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Deuda Ecológica

Mucho se está hablando estos días del escándalo por las emisiones de Volkswagen y el resto de marcas asociadas, pero desde organismos europeos especializados en transporte y medioambiente aseguran que pueden estar involucrados BMW, Mercedes y General Motors. La Organización Alemana de Defensa del Medio Ambiente también sospecha de Opel, Ford y Porsche[1] de lo cual se puede deducir que el problema de las emisiones afecta a casi todo el parque de vehículos comercializados.

A poco que nos informemos de cómo se valoran estas emisiones podemos ver que se cumplen con los requisitos de una determinada forma muy concreta (velocidad, rpm, aceleración, etc…) que sólo puede cumplirse en la prueba y casi nunca podemos repetir las condiciones en la calle o carretera.

¿En qué quedará toda esta polémica? Pues sinceramente creo que en nada, en alguna multa y poco más. Puede que en EEUU sean más severos y por bajarlos del primer puesto del mercado nacional pero si todos lo hacen en alguna medida, el miedo generalizado a que se “tire de la manta” y sean todos expuestos hará que la reprimenda sea pequeña.

Otro motivo por el que intuyo que las represalias no serán de importancia en Europa para la marca es la “advertencia” que está lanzando el Grupo sobre el recorte de inversiones y de una posible reestructuración, un recado directo a los gobiernos de los países que tienen plantas de producción y el miedo a los cierres o despidos masivos y a la caída de la producción y lo que ello conlleva para una economía.

El tema que quería traer aquí no era el de los despidos o la desinversión, ni siquiera el del escándalo sobre una política de RSC y medioambiental fallida (más que fallida inexistente y falaz). El tema que preocupa es la deuda ecológica.

El concepto de “deuda ecológica” es aún joven y recoge varias problemáticas en su interior aunque se ha llegado a un consenso para su definición[2] que viene a ser la siguiente: es la deuda que acumulan los países del Norte sobre los del Sur por dos motivos, primero por la extracción de materias primas por las que no paga un precio justo o no incluye en el mismo los daños ambientales causados, y segundo por usar a los países del Sur como contenedor de residuos sin casi control y por un importe ínfimo[3].

Esta es la definición más usual que podemos encontrar, pero dentro del concepto hay otros motivos diferentes a la lucha “Norte – Sur”, y que tratan sobre la deuda ecológica relacionada por un consumo mayor al de regeneración y el vertido de residuos también mayor a la asimilación.

En el caso expuesto sobre el Grupo, y en el peor de los casos y tal y como parece que se sospecha de que todas las grandes marcas no cumplan, llegamos a la conclusión de que la deuda ecológica adquirida con nosotros mismos es enorme e irreparable de seguir así. Si sumáramos a esta deuda la adquirida con las generaciones futuras sería incalculable el daño realizado.

¿Cómo se puede llegar a este nivel de engaño? ¿Acaso no viven en el mismo planeta que nosotros? ¿Tanta fuerza tiene la economía para mandar por encima de la lógica? Para esta última pregunta tengo respuesta y parece ser que sí, que la hegemonía económica puede con toda razón y argumento, cueste lo que cueste.

Ojalá este escándalo sirva para darnos cuenta de que debemos dar el salto a energías limpias y renovables.

[1] http://www.eldiariony.com/2015/09/25/escandalo-volkswagen-otras-automotrices-involucradas/

[2] http://www.accionecologica.org/deuda-ecologica

[3] http://www.ecologistasenaccion.es/article14591.html

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