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¿Por qué ahora son más duras las crisis?

Sigo leyendo a Krugman y Stiglitz entre otros autores, y todos parecen llegar a un mismo punto; las crisis son peores, duran más y se tarda más tiempo en salir de ellas.

Aunque por el título de este artículo parezca que tengo la respuesta definitiva, no es así. Ni tan siquiera estos reputados economistas tienen la respuesta, pero tienen claros determinados condicionantes y características que fortalecen y agravan las crisis modernas.

 

Posibles detonantes

Tal y como explicaba en mi artículo “Incentivo Perverso” el tamaño gigantesco de ciertos sectores como el financiero, los riesgos excesivos y la falta de regulación es un detonante para la crisis que aún perdura.

Como ya lo expliqué en el comentado artículo y no quiero hacer este muy extenso, sigamos.

 

Posibles causas expansivas

Pero si estos son los detonantes, nos faltarían los motivos o características expansivas de la crisis y aquí es donde entra la globalización. Una cosa es clara, aún no sabemos cómo actuar globalmente para atajar las crisis globales. Es decir, lo bueno se expande sin problemas gracias a ella, pero lo malo lo seguimos queriendo corregir con actuaciones locales tal y como se ha hecho históricamente para aplacar las crisis pasadas y esto en un contexto global no funciona. Y además de no funcionar, suele acentuar la crisis y alargar su duración.

Las crisis hacen que las corrientes financieras dejen de moverse. Los primeros países que se quedan sin flujo monetario con los países en desarrollo, aumenta el proteccionismo (se intentan hacer campañas de consumo local, nacional, que no están nada mal pero que en plena crisis no ayuda globalmente) y caen las exportaciones.

 

Posibles causas dilatadoras en el tiempo

Desde luego, las crisis locales (no a una escala tan global como hoy en día) podían atenuarse con el proteccionismo que se comentaba, pero esto hoy sólo consigue alargar la agonía.

No tener estímulos económicos globales y coordinados, es desperdiciar las inyecciones económicas y las acciones que cada país acomete sin tener en cuenta que todo ocurre a escala mundial.

Otra causa, guiarnos de principios económicos equivocados. Parece que ya nadie duda de que los mercados no se autorregulan como nos habían hecho creer y aún defiende algún economista. Hasta los defensores más acérrimos del liberalismo de mercado han acabado por admitir que hace falta regulación estatal o supra estatal para conseguir cierto equilibrio entre los mercados y los poderes públicos.

Estos principios económicos equivocados son los que hablan de proteccionismo, de actuación local, y sobre todo de la flexibilidad laboral como eje del mal.

La flexibilidad laboral, conlleva que los trabajadores sean los primeros sacrificados al primer atisbo de estancamiento económico. La falta de protección laboral y las, cada vez menores, prestaciones de  desempleo hacen que la demanda agregada y el consumo baje, agravando la crisis. Los empleados y desempleados, y debido a la falta de garantías sociales, aumentan su ahorro (en la medida de lo posible) disminuyendo su gasto. Aunque el ahorro a largo plazo es bueno, en un contexto recesivo y a corto plazo, es muy negativo porque hace caer la demanda.

El ahorro no sólo ocurre a nivel doméstico. Cuando los países intuyen el estancamiento de la economía global y en previsión de una recesión o crisis, también aumentan el nivel de ahorro, que produce el mismo estrangulamiento de la economía explicado. Esto, en parte, ocurre por las pésimas sugerencias que ha tenido el FMI y EEUU con determinadas economías periféricas y por los préstamos abusivos que han hecho con determinados países (deudas de Brasil y México en la década de los 80, finales de los 90 en Indonesia y otros países asiáticos, la más reciente en Grecia…). Los países asiáticos, en los que se vivió única y exclusivamente para pagar intereses y deuda, aprendieron que no debían recurrir al préstamo y ahorran para no depender de estos organismos. Es por esto que las corrientes financieras se estancan, tal y como apuntábamos al principio de este texto.

 

Posibles mejoras en las acciones

Parece claro que una actuación global y coordinada es mejor que una actuación local, pero es muy difícil que nos identifiquemos con un plan transnacional.

Estabilización del empleo en vez de la flexibilidad laboral total, incluyendo mayor protección social y mayores garantías de prestaciones de desempleo.

Mejor reparto y transferencia de los flujos dinerarios. El dinero va de los más pobres a los más ricos, que no necesitan gastarlo y es un factor determinante para la caída global de la demanda agregada y evidentemente aumenta la desigualdad.

 

Como conclusiones personales, es mejor leer a Krugman y Stiglitz con la mente abierta porque muchas de los principios que aprendí no han funcionado y con ellos es evidente que es así. Ahora toca reflexionar y seguir leyendo.

Incentivo Perverso

De esta forma define Joseph Stiglitz los problemas de la banca que originaron la crisis del 2008.

Las características de esa banca se pueden resumir en tres conceptos:

  • Es demasiado grande para dejarla caer (el famoso lema Too Big to Fall)
  • Su gran tamaño hace que asuma excesivos riesgos
  • Falta de control y regulación (por parte de los bancos centrales, gobiernos y por ellos mismos)

Estas tres características están muy unidas entre sí, tal y como voy a tratar de mostrar a partir de ahora en este artículo.

 

Volviendo a Stiglitz, Premio Nobel de Economía y persona importantísima con sus colaboraciones en una multitud de Comisiones en Naciones Unidas, algo ocurre con él dentro del mundo académico. Quizás sea demasiado “filósofo” para los economistas puros y demás gente vinculada con la empresa y la política, o demasiado “economista” para los filósofos, sociólogos, etc. El caso es que no es tan citado como otros pensadores y críticos, que como él, cuestionan el mercantilismo extremo y la economía de mercado fagocitadora de justicia social.

 

Pero vamos al tema principal, que es lo que nos interesa realmente y pasemos a ver lo que tanto Stiglitz como tantos otros (Paul Krugman, Amartya Sen) ponen de manifiesto. El incentivo perverso es el excesivo riesgo que toman las instituciones financieras cuando tienen un tamaño en el que son conscientes de ser demasiado grandes para que se les deje quebrar.

Por una parte, son tan grandes y arriesgan tanto que ponen en peligro los mercados. Por otra parte, saben que si les sale bien tendrán unos beneficios exorbitados,  y que si les sale mal no irán a la quiebra porque el gobierno de su país los rescatará. Más claro aún lo dice Joseph Stiglitz, que utiliza el término “socialismo al estilo estadounidense”; el que privatiza las ganancias y socializa las pérdidas.

Esto de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas nos suena demasiado aquí en España y como vemos, desgraciadamente, no sólo ocurre aquí.

 

Con lo explicado hasta ahora, podemos entender como el tamaño y el riesgo, van cogidos de la mano. Faltaría ahora explicar cómo afecta la regulación, o la ausencia de ella, al mercado. Y es que son tres conceptos para explicar un todo. El tamaño también tiene que ver en el comportamiento de las instituciones financieras, dado que es tal la importancia que tienen dentro de una economía, que harán todo lo posible por influenciar a los gobiernos para que la regulación se relaje con ellos, consiguiendo una actitud más laxa y evitar encorsetamientos.

Pero cada vez que hablamos de regulación, los “talibanes” del libre mercado nos dicen que son impedimentos, que el libre mercado se autoregula (la autoregulación se ha visto que no funciona con esta última crisis) y que la regulación, el control y la supervisión en mercados tan complejos como el financiero es, muy costoso.

Con gran criterio argumenta Stiglitz que es más costoso la ayuda directa económica para no dejarles quebrar, pero que el coste indirecto de las consecuencias sociales (desempleo, contracción económica y otros desequilibrios de mercado) es mucho mayor a los de planificar y ejecutar una buena regulación y control.

Y mientras tanto, ¿qué ocurre en estas latitudes? Que tenemos al FMI presionando para que las entidades financieras españolas se fusionen para adquirir un mayor tamaño. Eso sí, ya sabemos por qué.

Nuevo libro de Adela Cortina.

Os dejo una reseña al nuevo libro de la que ha sido mi profesora; Adela Cortina. La reseña en cuestión es de el diario El País y la podéis ver pinchando aquí.

El libro es: «Aporafobia, el rechazo al pobre» de Editorial Paidós.

He escuchado muchas veces a Adela hablar sobre este tema, así que tengo gran interés en leer este libro. En cuanto al término «aporafobia», la fobia al pobre, Adela lo defiende y ha intentado que la RAE lo recoja como palabra en varias ocasiones.

Bueno, libro apuntado en el listado de «deseables» de esta magnífica pensadora y divulgadora como es, Adela Cortina.

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